Hasta hace poco, las notas del son eran acordes a la letra que les acompañaba, y si alguien gustaba bailarlas, su danza era alegre y acompasada, muchos podían compartir a aquella bailarina que, justa como juez, disfrutaba con todas y cada una de sus parejas sin dar preferitismo por alguno.
Y así fue por muchos días y días, hasta que las décadas rebasaron las huellas de los pies y la cuenta de las manos expiraba por enésima vez.
Fue entonces que llegó, con todo previo aviso, antes dicho por el temor del “probablemente pasará” con ganas e igual sin ellas de que pasara… llegó él.
Al atardecer de ese baile, como cualquier otro día, practicando rutinas tan viejas, que por conocidas hasta lástima nos da llamarlas, sonó lo que todos esperamos que en algún momento suene, el llamado de “uno” que, por estar solo, a fuerza de razón lo tienen que bailar dos…Un tango.
Pero la bailarina juraba que esto no pasaba, no podía ser, era imposible, “antes esto ya había pasado” –se dijo-“no se puede bailar un tango dos veces en la vida, no con diferentes personas…” pero así fue.
Los pasos eran delicados, pero a la vez precisos, se notaba el descarado tinte que le impregnaba a la emoción, y la respuesta no podía ser más justa… desprecio, atracción, despecho, expectación, a ese algo que se juraba había pasado, pero que ignoraba (o quería ignorar) apenas estaba sucediendo.
Y llegó hasta el centro de la pista.
-"Vaya-se dijo-le costó muy poco."
No podría rehusarse ante su petición, como todos, era un “igual a los demás” -“aunque claro, no lo parece…”- pensó y, entre sus cavilaciones, él la tomo de la mano suavemente, para después, arrebatarle un suspiro entre un calculado movimiento para llegar a su talle, ella, casi por reflejo, poso la mano en su pecho. Y allí empezó la perdición, cual hipnotismo puro; y allí empezó el verdadero descubrimiento, de lo antes por añadidura creído. Y en silencio se vieron, conociendo cada paso que, por demás, en esa pista se debía efectuar; y en silencio comenzó este dialogo:
-Pensé que esto ya había pasado.
-¿Y no fue así?
-Un tango se baila solo con una persona, el preferitismo se denota al primer roce de piel.
-Entonces…
-Entonces estaba en un error, aún no había pasado.
-¿Soñaste que pasó?
-Pensé que con alguien más había pasado…
Y en cada desliz el calor aumentaba, y la velocidad de los cambios igual, sus pasos parecían forjados conjuntamente y el suelo repiqueteaba junto con sus cuerpos.
-Los “otros” no entienden porque bailamos un tango…
-…Si lo que se toca no es uno.
Y así era, pues en su mente solo existía la idea, más su obligada realidad era otra, el goce era enorme, y la presión aumentaba a cada segundo, su cuerpo respondía a cada gesto, a cada mirada, a cada guiño y a cada poro, e igual sucumbía con el de su par. Separarse era eterno y juntarse era la salvación, era como si toda su vida hubiesen esperado por ese baile… y así era, pues en ese preciso instante, es cuando el preferitismo debió existir, y existió…
-Solo hay una oportunidad…y yo la he dado dos veces... así que no me defraudes.
Y tal como dijo esto, se entregó a si a la única persona que no temió tomarla por completo…
Y en ese instante culminó todo, cuando sus brazos se unieron en un infinito nunca eterno…despacio, como para apaciguar, sonaban sus últimas notas inventadas, y él la colocaba otra vez donde la había encontrado, tan frágil como una roca y tan firme como una pluma. Ella se despidió con una lágrima de alegría resbalando por su pecho, convencida al cien por ciento de que había sucedido y que su vida no había sido en vano, que ELLA no había sido en vano, pues con el hecho de saber que alguien la había poseído por completo, por solo unos segundos, era suficiente, para cualquiera…
Y así fue por muchos días y días, hasta que las décadas rebasaron las huellas de los pies y la cuenta de las manos expiraba por enésima vez.
Fue entonces que llegó, con todo previo aviso, antes dicho por el temor del “probablemente pasará” con ganas e igual sin ellas de que pasara… llegó él.
Al atardecer de ese baile, como cualquier otro día, practicando rutinas tan viejas, que por conocidas hasta lástima nos da llamarlas, sonó lo que todos esperamos que en algún momento suene, el llamado de “uno” que, por estar solo, a fuerza de razón lo tienen que bailar dos…Un tango.
Pero la bailarina juraba que esto no pasaba, no podía ser, era imposible, “antes esto ya había pasado” –se dijo-“no se puede bailar un tango dos veces en la vida, no con diferentes personas…” pero así fue.
Los pasos eran delicados, pero a la vez precisos, se notaba el descarado tinte que le impregnaba a la emoción, y la respuesta no podía ser más justa… desprecio, atracción, despecho, expectación, a ese algo que se juraba había pasado, pero que ignoraba (o quería ignorar) apenas estaba sucediendo.
Y llegó hasta el centro de la pista.
-"Vaya-se dijo-le costó muy poco."
No podría rehusarse ante su petición, como todos, era un “igual a los demás” -“aunque claro, no lo parece…”- pensó y, entre sus cavilaciones, él la tomo de la mano suavemente, para después, arrebatarle un suspiro entre un calculado movimiento para llegar a su talle, ella, casi por reflejo, poso la mano en su pecho. Y allí empezó la perdición, cual hipnotismo puro; y allí empezó el verdadero descubrimiento, de lo antes por añadidura creído. Y en silencio se vieron, conociendo cada paso que, por demás, en esa pista se debía efectuar; y en silencio comenzó este dialogo:
-Pensé que esto ya había pasado.
-¿Y no fue así?
-Un tango se baila solo con una persona, el preferitismo se denota al primer roce de piel.
-Entonces…
-Entonces estaba en un error, aún no había pasado.
-¿Soñaste que pasó?
-Pensé que con alguien más había pasado…
Y en cada desliz el calor aumentaba, y la velocidad de los cambios igual, sus pasos parecían forjados conjuntamente y el suelo repiqueteaba junto con sus cuerpos.
-Los “otros” no entienden porque bailamos un tango…
-…Si lo que se toca no es uno.
Y así era, pues en su mente solo existía la idea, más su obligada realidad era otra, el goce era enorme, y la presión aumentaba a cada segundo, su cuerpo respondía a cada gesto, a cada mirada, a cada guiño y a cada poro, e igual sucumbía con el de su par. Separarse era eterno y juntarse era la salvación, era como si toda su vida hubiesen esperado por ese baile… y así era, pues en ese preciso instante, es cuando el preferitismo debió existir, y existió…
-Solo hay una oportunidad…y yo la he dado dos veces... así que no me defraudes.
Y tal como dijo esto, se entregó a si a la única persona que no temió tomarla por completo…
Y en ese instante culminó todo, cuando sus brazos se unieron en un infinito nunca eterno…despacio, como para apaciguar, sonaban sus últimas notas inventadas, y él la colocaba otra vez donde la había encontrado, tan frágil como una roca y tan firme como una pluma. Ella se despidió con una lágrima de alegría resbalando por su pecho, convencida al cien por ciento de que había sucedido y que su vida no había sido en vano, que ELLA no había sido en vano, pues con el hecho de saber que alguien la había poseído por completo, por solo unos segundos, era suficiente, para cualquiera…
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