La Inmortalidad se viste cotidiana, me coquetea todos los días, se pasea frente a mi como una novia presumida que muestra el premio que no pude conseguir. Me busca a ratos, y me pide que la saboree, pero yo, muy digna, le digo en mis pensamientos: ¡déjame, que estoy ocupada en la mortalidad de la vida!
Luego, en las noches de sosobra espiritual, se rie de mis lamentos, como si fuera la única señora resposable de ellos, y me jura que nunca se dejara tocar por mi. Y yo lloro, lloro en silencio y muy bajito, con una mueca en forma de sonrisa que cruza mis labios todo el tiempo, para que nadie se entere que Inmortalidad, ha hecho de las suyas de nuevo en mi pequeña conciencia.
Tiene el cabello rubio resplandeciente como sol, y la odio, la odio por ser tan perfecta ante los ojos del amor no correspondido de esta persona, que esquiva los lazos al mundo real, cada vez que le tiende su frágil mano... ¿será acaso que te quieres volver como todos los demás?, en el fondo de tu corazón sabes que no es así.
Inmortalidad, ¿qué quieres de mi? me buscas, me abrazas, lloras en mi hombro y me suplicas que suba a tu pedestal por siempre a tu lado, y cuando intento convencerte con mis mortales esfuerzos par agradarte, me desprecias, me abandonas a mi suerte, te ries de mi ilusión de gustarte, como si nada fuera suficiente, nada... únicamente el amor que siento por ti.
Luego, en las noches de sosobra espiritual, se rie de mis lamentos, como si fuera la única señora resposable de ellos, y me jura que nunca se dejara tocar por mi. Y yo lloro, lloro en silencio y muy bajito, con una mueca en forma de sonrisa que cruza mis labios todo el tiempo, para que nadie se entere que Inmortalidad, ha hecho de las suyas de nuevo en mi pequeña conciencia.
Tiene el cabello rubio resplandeciente como sol, y la odio, la odio por ser tan perfecta ante los ojos del amor no correspondido de esta persona, que esquiva los lazos al mundo real, cada vez que le tiende su frágil mano... ¿será acaso que te quieres volver como todos los demás?, en el fondo de tu corazón sabes que no es así.
Te esperare por siempre, aunnque sé que no podré conquistarte. Pues eres humana, al igual que yo. Inmortalidad, solo existes en los pensamientos de aquellos que, con la grandeza que confieres, se dejan apantallar por ti. Cuando este mundo deje de existir, el simbolismo que representas en cada idea del hombre, sucumbirá también, y entonces, siendo ya una mortal al igual que yo, te tenderé mi mano, y si tu orgullo te lo permite, me dejarás perdonarte por todo aquello que nunca hiciste y que no te pude cumplir. Te juro que, serás mi amor eterno, aunque la sóla idea de infinidad no pudiera ser posible, pues no habrá mente existente que la pudiese imaginar....
Alejandra Cárdenas
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