So pretexto de lejanía,
hay una constante, que sin falta se repite.
Vibra bajo tus pies, en el camino hacia la oficina,
que con su conjuro enajenador, te hace olvidar las cotidianidades.
Silba en el aire, contaminado por cierto,
de tanta modernidad e industrialización.
Se comenta en las curules políticas,
oculto, ya sabes, por su gran poder de revolución.
Y se manifiesta en los ojos de las amistades,
quienes en su propia agonía, sólo se retraen.
Mas en las oscuras noches de una ciudad que apenas duerme,
y que en contadas ocasiones deja dormir, se presenta como insomnio.
Te penetra al iniciar un suspiro,recorre tu espina dorsal como escalofrío,
y termina hasta tu voz, siendo un susurro casi inaudible.
Es sólo hasta tus sueños, que te da la mano como cordial visita.
Se acerca a tu oído, contándote historias, y en una de esas, reveladoras verdades.
Se despide con una sonrisa, se da la vuelta, te ve de reojo
y te promete volverse a encontrar.
Vibra bajo tus ojos, en gotas que te escarchan la visión,
y en el camino a la oficina, venciendo su conjuro enajenador, surge una pregunta:
¿Cuál será la casualidad que nos permita reencontrarnos?
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